EL GATO
´´No
me mires así. Por lo menos tendré que probarlo´´ Te dije mientras te posaba a
mi lado y buscaba el sacacorchos.
En
Barcelona nos instalamos rápido. Te situé al fondo del salón, en un rincón.
Parecía que las cortinas, a juego con tu color leña, te acariciaban el lomo.
Ahí quedabas bien. No estorbabas. En el último piso te coloqué de tal forma que
sujetabas la puerta de la cocina, que con la corriente a veces se cerraba de
golpe. Así que no te quejes, a la habitación no vas a volver porque no hay
amantes que vigilar.
Yo
mientras me puse a trabajar y sin darme cuenta han pasado los dos años. Ahora
creo que nos va a tocar Valencia.
Pronto los de la
mudanza tocarán el timbre. Pero este rato a solas, como en las típicas
películas de comedia romántica, debe merecer la pena. El casero ha estado hace
unas horas, agradecido por este tiempo y por el trato. Ha sido él quién me ha
traído esta botella de tinto, con una tarjeta en la que me deseaba lo mejor. La
primera vez que le vi supe que era un buen hombre. Me ayudó a subir las maletas, mientras yo te
llevaba bajo el brazo. ¿Te acuerdas? Ha sido la única persona que ha entrado en
el apartamento esta temporada.
Llamaba a la portería
cada vez que se rompía algo. Él subía encantado, y después recogía mi agradecimiento
en forma de licor que le dejaba en la mesa del comedor.
Hoy era al revés. El
pobre a saber dónde había conseguido este vino tan caro.
Beber esta cosecha en vaso de plástico iba a ser un sacrilegio, pero las copas seguían guardadas desde la última mudanza.
´´Mañana es mi
cumpleaños. Si llego a tiempo, voy a comprar marisco y un buen postre para
cenar. ¿Qué te parece? Quiero también llamar a mi hermana, la debo una
invitación. E igual me regalo un vestido´´ - Te conté mientras me servía el
pimple.
´´Vamos a brindar por
otra etapa superada. Oye, ¿Dónde quieres esta vez el piso? ¿Les digo a mis
jefes que preferimos costa? ¡¡Ver los domingos a una mujer y a un gato de
madera pasear por la playa tiene que ser divertido!!- Llorar y reír a la vez
que bien sentaba.
´´Es agotador esto de
tener que estar siempre bien. Me duelen los pies de tanto tacón de aguja y odio
este color de labios. Lloro en la ducha para que nadie me oiga, como si viviera
con alguien. Y sigo comprando comida de más por si acaso invito alguna
compañera o por si acaso conozco a alguien. ¡Por si acaso mierda! ´´- Si. Sé
que sueno como una canción antigua de pop. Ya me lo digo yo. A ti se te da
mejor escuchar.
Puse el corcho a la
botella y la coloqué en la mesa del comedor. Me calcé las agujas, mientras me
metía la camisa por dentro del pantalón.
Cogí un trozo de papel
de cocina, me agaché y con el reflejo de la vitrocerámica me sequé las lágrimas
y limpié el carmín que sobresalía de su sitio.
Preparé el talón para
la empresa de transporte y eché el último vistazo.
Te busqué de nuevo. Te
acaricié el rostro, como si lo sintieras, y te coloqué en tu rincón.
No sé qué te vi en ese
mercadillo de Londres donde te compré. Igual fue por el aire vigoroso que se te
aparece o la mirada triste que te han pintado. O porque estaba enamorada.
El caso es que me sigues a todas partes. Manda narices, como si no hubiera mejor decorado que una estatua de un felino. Te has convertido en parte de algo y ese no era el plan.
Los de la mudanza van a terminar pronto porque cada vez tengo menos trastos.
"Disculpa, ¿Con
la figura que hay en el salón qué hacemos?"
"Déjenla
ahí. Regalo para los siguientes"
Segundo relato