LA TILDE DE TÉ
Llevo sin verme un tiempo.
Lo achaco a la vorágine vírica que parece ya despedirse
(cuidado, no venirse arriba).
O a las prisas que nos atamos siempre a los cordones para no
llegar a ningún sitio.
Quizás también tenga que ver la tela guardiana que nos
abriga los dientes y nos ha robado palabras.
Veo te quieros entre soplos
disipados en la calle.
Susurros de auxilio en las nuevas terrazas de los
bares.
Y esta cabeza peluda, últimamente, se para en áreas
rumiantes.
La noto miedosa. Ha vuelto a dar la luz de la mesilla.
Menos mal que en las estaciones ya nos esperan los abrazos y cervezas que calmaran, sin ellos
saber, las guerras venideras.
Hacen cola los planes, cara a cara, en los que nos darán las
tantas.
Que te apoyes en mi pecho, amiga, porque te vence la risa.
Hablar de todo sin saber de nada.
Tenemos que vernos porque me echo de menos.