GRACIAS. SIEMPRE.
Iba a esperar unos dias, pero he preferido escribiros con
esta
emoción que no se quiere ir.
Me tiembla la voz más que de costumbre.
Y tengo el corazón nervioso.
Emocionado.
Daros las gracias se me queda pequeño.
No se trata de suerte esto que tenemos.
Ni basta con querernos.
Se trata de habernos perdonado el fallo.
De habernos llorado de frente.
Se trata de habernos dicho verdades que duelen.
De enseñarnos las heridas.
De hacernos grandes mostrándonos débiles.
De hablar de nada sirviendo de mucho.
Se trata de que te abracen y te salven.
De tener orgasmos sin tocarse.
Gracias por tener siempre los brazos abiertos para este
corazón revoltoso.
Gracias por enseñarme a luchar.
Por dejarme sola en mi guerra con todos vuestros escudos.
Por recordarme siempre quien soy y hacia dónde ir.
Por dejarme viviros.
Soplé las velas y pedí mi deseo.
El de siempre.
¿Sabéis cuál?
´´Dejame seguir cuidando de mi gente´´
¡Tranquilos! Los deseos, como la vida, se cumplen
compartiendo.
Os quiero con orgullo, con admiración.
Sin compromiso y en libertad.
Y ahí, justo ahí, se esconde todo lo que me habéis enseñado.
No hay nada mejor que ser cuando soy con vosotros.
GRACIAS. SIEMPRE.