QUIÉN QUIERE A QUIÉN 

A veces nos empeñamos demasiado.

Nos empeñamos en que funcione.

En que si, joe.

Que ese amor no está tan descolorido.

Y lo pintamos.

Lo pintamos de excusas e invisibles besos.

De cuerpos sin amantes.

Subiendo las puertas de emergencia al trastero.

Viviendo de treguas.

De reproches eternos.

Y nos empeñamos, una y otra vez.

Cambiando continuamente la inercia.

Sin saber ya quién quiere a quién.

Dándonos igual este dolor desarreglado.

´´El martes fui yo y el miércoles tú´´

Por momentos, ciegos.

Buscando tapar así, quizás sin querer, nuestros propios desvelos.

Nuestra verdad.

Haciendo del sufrimiento nuestra escuadra constante.

Y del amor…

Del amor otra cosa.

               

DILUIDOS

No tenemos ni idea.

Esa es la verdad.

La mayoría de las veces no sabremos cómo va esto.

Creemos que si, que lo tenemos todo bajo control, que la última será nuestra decisión.

Pero no es verdad.

La única verdad es que constantemente nos creamos miedos por si falla el salvavidas.

Desvelos sin sentido alertando de un futuro poco real.

El mismo que construimos a base de por si acasos.

Creyéndonos así expertos, felices y hasta valientes.

´´Que si esto, que si lo otro…´´

Pero no es verdad.

Porque no habrá por si acasos  cuando la vida se ponga sería.

Ni reservas.

No sabremos nada.

Y será ahí cuando toque ocuparse.

Porque ya no habrá, sencillamente, nada más de qué preocuparse.

Desaparecerá este juego de niños que nos traemos.

Dejándonos diluidos por un tiempo.

Y entenderemos, entonces, que la vida, y sus cosas, suele alcanzarnos sin aviso.

NOSOTROS 
 

No.

No somos tan importantes.

Ni tú , ni yo, ni que te hayan dejado.

Ni tu foto de perfil.

Ni ese enfado tonto con tu padre.

Ni lo que ayer nos sentó mal.

No.

Tampoco ser madre es lo más importante.

Ni mucho menos lo único.

No somos universo.

Ni movemos el mundo.

Porque nada será tan grave mientras sigamos mirándonos.

Se nos olvida que con estar vivos debería bastarnos.

Que seremos polvareda.

Que algún dia dejaremos de estar en la vida de otros.

Se nos olvida que los dias pasan,  más de lo que pesan.

Así que no.

Lo siento.

Lo que (nos) pasó no es tan importante.

Quizás, en verdad, todo debería ser más fácil.

Empezando por nosotros…

MIRÁNDOTE 

Mirándote  aprendí lo que era el amor.

Aprendí que no se trata de mucho, sino de querer(se) bien.

Aprendí que la verdad siempre con el primer paso, sino en la espalda pesará demasiado.

Mirándote supe qué hacer aquel día, hoy , y mañana.

Con el vértigo de sabernos libres e imperfectas.

Mirándote me supuran las heridas. 

Y vuelvo a nuestra habitación. A ser pequeña. 

Cogida de tu mano quiero seguir mi vida.

Mirándote, hermana, soy simplemente 

feliz. 

Tú eres siempre mi camino de vuelta.

Y si,lo estás haciendo muy bien. 

No temas.

Mirales a los ojos  y sabrás que todo mereció la pena.

Cumples sueños y años, hermana. 

Y el mejor regalo ,sin duda, es miraros y 

saber que  nunca estaréis  solas. 

Ella tampoco nos suelta. 

Te quiero,Lola. 

   

     

                             SALVARSE

Regresar al lugar donde uno fue es un acto valiente.

Es  pararse en este caos.

Y mirarse más allá que de refilón.

Una sensación hasta liberadora.

La oportunidad, quizás, de perdonarse los fallos.

De conversaciones encontradas.

De abrazos ahora completados.

Es recordar, con nostalgia, lo que ya no seremos.

A ser, por un momento, lo que fuimos.

Mientras nos recorre ese especial escalofrío.

Es ver como te haces mayor desde la esquina de tu habitación.

Contándote las cicatrices.

Hacer recuento de llantos

Y no.

No es restar camino.

Ni retroceder.

Porque volver, en ocasiones, es salvarse a uno mismo.